Muchos de vosotros, bebedores habituales, habréis tenido ese engorroso problema de, mañana tras mañana, tener ese permanente tornillo en vuestra cabeza. Sí, os habla el jefe y no veis la hora del café (ejem, más bien la de la cervecita, que sólo eso nos quitará temporalmente las ganas de seguir ‘trincando’, que nos conocemos)… Si, como a mí, os pasa esto cada mañana (bueno, a mí no por lo que os voy a contar y, además, no tengo trabajo y me levanto a mediodía), os voy a dar un pequeño consejo que, al menos a mí, me ha servido en mis innumerables borracheras, me ha servido para seguir en pie todas esas horribles mañanas.
Ahí va mi consejo: un whiskazo, un vaso de agua. Parece simple y no sé muy bien por qué (una vez lo leí, pero siempre el artículo lo ha escrito un médico y termina diciendo que mejor ni fumar ni beber ni… bah!). Ya sé que a veces es invierno y no apetece demasiado pero… nunca olvidéis acompañar vuestras copichuelas de un buen vaso de agua –dijeran lo que dijeran en El Hombre Tranquilo-. ¿Qué quién soy yo para contar esto? Pues alguien que… en fin, buscad por ahí y menos santo, me han llamado de todo.
Bueno, os dejo (sí, ahora vienen los links, jeje, que total… la resaca la vais a tener de todas maneras, jeje, ¡viciosillos!):
Pues eso, que si aún os teneis en pie.. leed mi libro. Prometo que nadie aprenderá nada de nada (sé que es totalmente descarado pero… ¡esto es América!).
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¿También en google books? ¡Joer, que sí! ¡Toma link!
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