Desde el Vientre de la Sirena. 47

Martin Cid
Martin Cid

Soy quién tú quieres, con la forma que quieras. ¿No tuviste madre, pequeño? Soñaste con una bella mujer de largos cabellos rubios, algo rizados y labios sonrosados, algo hundidos. Te sonríe, ¿puedes sentirlo ahora? Te sonrío ahora y te acompaño, duermo, duerme, duerme. ¿Cómo puedes echar de menos a alguien al que no has conocido, cómo puedes añorar lo que tu mente no puede dar forma? Yo tuve un hijo una vez, devorado por mis hermanas, envidiosas y mentirosas, calumnias, sal y aceite y mar y tiempo y tierra allá a lo lejos, cuando todavía conservábamos nuestras alas marchitas de ceniza y miel. ¿Quieres que te cuente la historia? Acurrúcate, no seas tímido pequeño, ¿no habías visto antes los pechos de una mujer? Acércate, pequeño, acarícialos si quieres, siéntelos. ¿De qué color tengo el pelo? ¿Son bellas mis piernas? Para ti, hoy, adoptaré la forma que más te guste y te susurraré aquello que más quieras, seguro que un chico de tu edad ha soñado con estar con una mujer. Vamos, no seas tímido y tócalos. ¿Quieres que yo también te acaricie? ¿Qué te gustaría, pequeño Pip de pelo enmarañado? ¿Qué quieres pedirme hoy? ¿Qué quisiste pedirme mañana? Adelante, no son escamas ni algas, las dejé en las islas para ti, las dejé en tierra, donde mis alas yacen junto con los caparazones muertos de mis hermanas. ¿Así? ¿Es eso lo que te hace sentir bien? ¿No es eso lo que quieren todos desde que apenas son unos críos? No te avergüences y déjate llevar, deja guiar mi mano. Deja que me acurruque junto a ti, Pip, deja que junte mis piernas, deja que nuestra piel se toque. Estoy fría, tengo frío y el frío roza mis labios, ¿sientes el frío? Frío de miedo, el que mi hijo sintió. Así, no te preocupes. ¿Sientes mis pechos cerca? No, no sientas más miedo. ¿De qué color es ahora mi pelo? Sí, lo sé, te gusta rubio como el de madre, con pequeños mechos que caen sobre tu cuello y que te acarician, es la mejor parte. Déjame hacer a mí, deja que tu madre te cuida, yo haré con mis manos, yo haré con mi rostro y ahora gírate despacio, gírate y deja que te quite eso, sí, así… te beso el cuello y te abrazo con mis piernas, te hago prisionero con mis brazos y me detengo en tu oreja, pequeño Pip, pequeño marinero. ¿Dónde dejaste a mamá? A lo mejor está ahora cerca del cadáver moribundo de mi hijo, aún siento cómo se agita, aún siento como gime mientras las dos arpías maúllan desprecios porque siempre fui yo la más bella, la de la voz más dulce y la de los pechos más marcados. Sí, así, Pip, deja mi mano, deja mi mano hacer, deja que mi mano se deslice y te acaricie leve, que no nos escuchen los otros, que sientan celos, tal vez un poco, ¿te apetece, pequeño Pip? ¿Escuchas el mar? Mi hijo también lo escuchó, mi hijo también sintió en sus pequeños bracitos su resquemor, ese suave de la mañana que agasaja y brilla. ¿Así? ¿Me sientes ahora cerca? Siente mis piernas siente mis senos siente mi mechón cayendo sobre tu labio y mis manos cercanas. Sí, siente el mar que te acaricia y mis muslos suaves y mis manos que son las tuyas, dame el compás y así escucharé también corazón de mi hijo muerto, así le escucharé gemir unos segundos más y le veré respirar por última vez, así sentiré cómo se desangra, así sentiré cómo su vida se escapa así sentiré como sus pulmones dejan ya de latir. ¿Tenéis hambre, hermanas? Os miro ahora petrificada en sal, os miro ahora desde la tierra y la nada y desde el todo, desde un océano pacífico, desde un océano terso y suave, desde el océano de mi corazón roto y vengativo, desde mi corazón de sirena, sí pequeño Pip, ahora, ahora, ahora…. Con la espuma también del mar, no temas, no temas, soy Thalía, la sirena, y ésta es mi historia.

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