Arte Hoy

Arte Hoy
Lisbeth Thalberg
Lisbeth Thalberg

Resulta difícil analizar las crisis finiseculares, sobre todo cuando (y siempre a mi modo de ver), estamos inmersos en una bastante profunda. Libros, arte en general, música, parecen sumidos en una especie de resaca de lo fue el siglo XX de la que no terminamos de despertar.

En toda conversación de cafetín que se precie la palabra de las palabras en estos momentos sin duda será Internet. Esta herramienta lo cambia todo y las formas de comunicarse y darse a conocer han cambiado definitivamente. Comenzó con la industria discográfica que pasó de estar acomodada a sufrir el desastre YouTube del que aún están abriendo los ojos. Los libros parece que siguen igual porque las nuevas generaciones no están demasiado enganchadas a la lectura y los viejos rockeros aún continúan comprando libros en papel. Parecen estar cómodos pero no hay nuevos creadores que nos sorprendan últimamente. No vemos a un Bret Easton Ellis ni nada parecido, que contaba lo que realmente estaba sucediendo en nuestros días con el mismo lenguaje, que narró su tiempo. En la actualidad, no veo ninguno.

El arte, lo que normalmente conocemos por arte… los museos tratan de acomodarse y acoplarse en la medida de lo posible a un mundo que lo mira todo a través de una pantalla del formato que sea. Lo reconozcamos o no, quien más quien menos se coge el móvil para mirar el cuadro y poco a poco no se necesita estar allí para verlo. Antres íbamos a la biblioteca para ver un cuadro de la antigüedad, ahora no necesitamos ni eso y con decirle al móvil Las Meninas, te lo muestra en alta resolución y muchos ‘vagonetos’ ya no acuden. Algo tendrán que inventar pero las grandes exposiciones de París en los años 20… ya no se llevan.

Sólo empleo estos tres rápidos ejemplos para hacer ver algo de lo que tengo la sensación: que esto está más que parado. Están las series de televisión, que parece que son el último grito en innovación (no sé yo, no me hagan jugarme una mano o el whisky del día por ello).

Las nuevas tendencias, y me van a pegar, pasa por el mundo de la innovación tecnológica, que será lo que, me temo, quede de nuestros días. Tal vez el arte conocido hasta ahora (sin menosprecio, que recuerden que soy novelista), pase por la creación a través del ordenador, y es ahí donde parece que las tendencias nos llevan: video-juegos y demás. Un video-juego (de alto presupuesto, eso sí) puede llegar a costar 800 millones de dólares (sí, bastante más que Jurassic Park y Titanic juntas. Los esfuerzos, por lo visto, van por ahí, y ahora podemos vivir en la consola o el ordenador auténticas experiencias.

¿Quién dice que eso de la realidad virtual no pase a convertirse en un nuevo arte? Sus posibilidades son infinitas y es muy interactivo. No, no es arte como el de antes que llegabas al Vaticano y admirabas la obra de Miguel Ángel de manera no interactiva. Desde luego que no voy a ser tan chulo como para menospreciar a Miguel Ángel, pero parece que por donde donde van los tiros es por nuevas tendencias y mientras las antiguas formas de arte continúan un tanto anquilosadas.

Sólo son pensamientos. El tiempo dirá y yo, probablemente no lo veré. Hay quien habla de una época oscura, que todo se apagará un día. Bueno, también podemos ponernos a hablar de Skynet (la IA en Terminator), pero no sé. Es normal sentir desconfianza ante lo nuevo pero, nos guste o no, lo nuevo ya camina entre nosotros.

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Exploro el mundo del arte historia a historia. Soy redactora de la sección de arte de esta revista, descubro talentos ocultos y comparto las últimas noticias de este campo creativo.
Contacto: art (@) martincid (.) com
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