Como es domingo, me permito escribir mi columna de opinión a la que siempre fallo. Esta vez, intentaremos hablar de la cultura en otros tiempos, y cómo tampoco es para lamentarse tanto.

Ayer por fin salió el montaje de Al Otro Lado del Viento, una película inédita que los muy cinéfilos esperaban y resultó… un tanto decepcionante para la crítica más severa (yo fui bastante suave).

Fue el mismísimo Beethoven el que criticaba su época y la comparaba con la de su antecesor, J.S. Bach, y decía que su tiempo era poco menos que una m. y que antiguamente todo era mejor. Por mucho Beethoven que fuera, también cometía el chico sus errores (muchos, muchísimos en su vida privada).

Y lo mismo nos sucede hoy si no acudimos a la criba del tiempo y de la Historia, aunque me cueste reconocerlo. Nos quejamos que los premios de cine son un desastre. Sí, puede que lo sean, pero les recomiendo que les echen un ojo a los premios durante la época dorada de Hollywood, en las que algunas de las ganadoras era un poco… o más que un poco… bluf total.

En libros pasa lo mismo. Sí, el 1922 se publica Ulises pero no olvidemos que no sólo estaban por ahí Joyce y Proust escribiendo obras maestras, al año se publicaban cientos y cientos de desastres con hojas y sólo lo más brillante ha sobrevivido. Sí, miramos con añoranza la antigüedad griega pero no creo que por la calle nos encontrásemos e Eurípides tomándose unas pintas de lo que sea que tomaran. Fueron uno entre un millón como sucede en nuestros días, tipos que surgen y se extinguen y por razones muchas veces históricas les recordamos y gracias a la criba de la Historia nos hacen ver tiempos mejores.

Cuando era pequeñín, lo veía también todo como una porquería, que ojalá estuviese en el siglo XIX con aquellos trajes elegantes y tipos que se ponían el smoking para cenar. No, no todo fue así y lo más probable es que me hubiese muerto de hambre en una fábrica de producción industrial porque acaeció cierta revolución que lo cambió todo. Hoy nos quedan la elegancia de una época que tuvo seguramente más que ver con David Cooperfield que con Historia de Dos Ciudades.

Valoremos un poco lo que tenemos que, aunque no lo crean, tampoco estuvo mal. Sí, que París en los tiempos de Joyce estuvo muy bien pero recordemos también que luego estalló una guerra muy chunga y fastidiada.

No es oro todo lo que reluce. Y locos convertidos en presidentes también ha habido unos cuantos.

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Escritor, fumador de pipa y fundador de MCM

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