Oruga procesionaria del pino: Rentokil Initial explica por qué es importante combatirla en el otoño

Notas de Prensa
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Los pinos son los grandes afectados por la oruga procesionaria, ya que provoca la caída de las acículas y, a largo plazo, enormes deterioros en el árbol

El aumento de las temperaturas de invierno, como consecuencia del cambio climático, ha modificado las fases del ciclo biológico de la oruga, potenciando el desarrollo de plagas de procesionarias.

El otoño es la estación clave para poder frenar una plaga que no para de extenderse por todo el país.

Los pelos de las orugas provocan graves alergias, irritaciones y problemas respiratorios, sobre todo en niños.

El otoño es el momento ideal para mitigar el efecto dañino de la plaga de oruga procesionaria que, año tras año, amenaza de forma constante a los pinos de nuestro país. Según los expertos, las orugas procesionarias – que reciben este nombre por su desplazamiento en fila una detrás de otra, como en las procesiones – están extendiéndose gracias al aumento de las temperaturas durante el otoño y el invierno, lo que está provocando la modificación de las fases de su ciclo biológico y favoreciendo la aparición de plagas en periodos de tiempo inusuales.

Las mariposas adultas suelen depositar sus huevos en los árboles desde finales de junio hasta finales de septiembre, por lo que las larvas generalmente nacen durante octubre y noviembre. Desde su nacimiento comienzan a alimentarse de los árboles, provocando la caída masiva de las acículas, y generan bolsones que les sirven de protección hasta la llegada de la primavera, estación que aprovechan para descender.

Además de afectar seriamente a los pinos, la oruga procesionaria -reconocible por su pequeño tamaño, su color anaranjado llamativo y sus finos pelos urticantes- también es una plaga peligrosa para los humanos y sus mascotas. El peligro de esta especie reside en su particular y curioso mecanismo defensivo. Cada oruga posee carca de 500.000 tricomas o finos pelos, que actúan como dardos o flechas envenenadas cuando se sienten amenazadas. Incluso sin tocarlas se puede recibirlas, pues se desprenden con suma facilidad de su cuerpo y se dispersan por el aire.

Las reacciones más habituales que producen en las personas son dermatitis, lesiones oculares, fuertes reacciones alérgicas, urticarias, sarpullidos, erupciones e incluso, problemas respiratorios. En los perros, las mascotas más curiosas por su constante olfateo, el contacto con la procesionaria puede producir daños en la boca y el hocico, tan graves que pueden llegar a generar necrosis en los tejidos de la garganta y la boca y desembocar en amputaciones parciales en la lengua. También se han dado casos de muerte en mascotas debido a una grave reacción anafiláctica.

Debido a la aparición de plagas de esta especie en otoño, se recomienda prestar especial atención a cualquier indicio de infestación para controlar y erradicar la plaga de forma efectiva y siempre recurriendo a tratamientos profesionales. En este sentido, la multinacional especializada en control de plagas e higiene ambiental, Rentokil Initial cuenta con una amplia experiencia en la aplicación de diferentes técnicas, productos y tratamientos para controlar y erradicar este tipo de plagas de forma efectiva. Los tres más utilizados para la procesionaria son el tratamiento con biocidas, las trampas con feromonas y la endoterapia.

Rentokil Initial inicia sus tratamientos en los estadios iniciales de la larva, con el fin de evitar que se lleguen a formar los bolsones o, en el caso de que se hayan formado, que la plaga no evolucione para que no afecte a los árboles.

La endoterapia consiste en introducir en el interior del árbol el insecticida, de manera que él mismo se irá dispersando por el sistema vascular para llegar a las acículas. Con esto se consigue que cuando la oruga procesionaria proceda a alimentarse de ellas, se vea afectada por el insecticida.

La endoterapia se da en un único tratamiento y es recomendable realizarla entre mediados de noviembre y finales de diciembre, periodo en el que se produce una disminución drástica en la tasa de resinación del pino. Es aconsejable hacerlo en un día soleado y con cierta brisa.

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