María Antonieta: Reina Inmortal

Marie Antoinette, 1775
Pilar Lachén
Pilar Lachén

María Antonieta, la joven adolescente que, con tan solo 16 años se convirtió en reina de Francia, vivió en un ambiente hostil, siendo despreciada por su origen austriaco. María Antonieta fue una niña consentida, caprichosa y dominante (no muy diferente de como fueron sus pocos años de edad adulta). La indiferencia de los que la rodeaban, incluido su esposo Luis XVI, marcó el reinado de esta mujer que, a pesar del paso de los años, sigue siendo una figura relevante de la historia de Francia.

Marie-Antoinette
Retrato de la archiduquesa María Antonieta a los 13 años (por Joseph Ducreux, 1769)

Pero, ¿qué hizo realmente María Antonieta para qué, en la actualidad, siga siendo recordada? María Antonieta es vista como la reina de la frivolidad, del lujo, del desprecio al pueblo y, como no, la reina que perdió la cabeza gracias al invento de Monsieur Guillotin.

Esa es la imagen que permanece en nuestra mente, la del libertinaje que llevó a la caída de la monarquía en Francia. Una imagen avalada por las películas que se han rodado a lo largo de la historia sobre la vida de María Antonieta. Desde “La Marsellesa” de 1938, con Lisa Delamare como protagonista, pasando por “Historia de una revolución” de 1989 con Jane Seymour en el papel de reina, hasta llegar a “Marie Antoinnette” de 2006, protagonizada por Kirsten Dunst y dirigida por Sofía Coppola (quizá el amor por el lujo y los caprichos la llevó a poner unas zapatillas Converse en el vestidor de la reina en Versalles)

No podemos culpar totalmente a María Antonieta de la desaparición de la monarquía francesa, pero sí considerarla un factor fundamental, no sólo por lo dicho anteriormente, sino también por la influencia política que ejerció en su marido (algo que, por lo general, se evita en las películas ya que no es tan cinematográfico como la pomposidad y el boato)

Quizá el gusto por lo refinado, lo lujoso, lo inalcanzable para cualquier ser humano de a pie, sea lo que hace que María Antonieta permanezca como la reina de Francia por excelencia. A nadie le amarga un dulce o, tal vez, esos pasteles que ella dijo que debería comer el pueblo al que reinaba (o eso decía). Los entresijos políticos a las puertas de una revolución no pueden competir con la belleza y la fastuosidad en el mundo del cine comercial.

Sea cual sea la fascinación que ha despertado y sigue despertando la figura de María Antonieta, estará rodeada de grandes palacios, lujosas estancias, fiestas de ensueño y todo lo que estaba alrededor de la vida de una mujer, reina sí, pero olvidada en la historia como esposa y madre, como influyente en las decisiones gubernamentales del rey, como mano ejecutora de las ambiciones políticas de Austria en la corte francesa.

María Antonieta, la niña que se casó con el delfín de Francia, la adolescente que llegó a reina, la esposa que no fue amada por su marido, la madre que vio morir a una hija, la mujer que despreció a su pueblo y terminó sus días bajo el filo de la guillotina. María Antonieta, la mujer que sigue reinando en la historia de todos los que se ven atrapados por su superficial influjo.

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